lunes, 7 de septiembre de 2015

DE COMO EL GRINCH SE ROBA UNA CIUDAD Y DE QUE FORMA SE USA EL ESPACIO PUBLICO



La ciudad de Guayaquil en Ecuador fue durante la época de la colonia española, un importante punto de entrada para la exploración y administración del imperio desde el corredor pacifico, por ser uno de los principales astilleros que garantizaba el mantenimiento, y renovación de la flota mercante y militar de los barcos que navegaron de punta a punta la línea costera pacifica de toda América, ya a Pizarro se le escribía sobre la entrada a tierra por el “Manso Guayas”, el río que atraviesa a la ahora moderna ciudad, esta importancia estratégica posicionó la ciudad a niveles similares de importancia a otra cuyas función era más político-administrativa, como Santa Fe, Quito, Lima, etc. Siendo en la práctica una ciudad puerto, siempre tuvo ese “aire” de tránsito y mezcla de todo tipo de cosas que siempre vuelve difusa a las ciudades fronteras, (aun sin serlo realmente).

Por las condiciones de su nacimiento sigue siendo aún, ya en la época republicana el centro económico del país esta condición deja como producto social una clase económica con gran influencia en la ciudad y el país, que sigue todos los patrones conocidos en la movilidad urbana, es decir, originalmente habitan el centro, luego se desplazan y empiezan a migrar de sector en sector generando nuevos “centros” hasta ubicarse prácticamente en las periferias urbanas y con el automóvil se puede “divorciar” de alguna manera de la ciudad misma; ahora, el caso de Guayaquil, su traza urbana “cortada” por el río Guayas, le dio una oportunidad perfecta a la clase alta de la sociedad de establecerse de manera “independiente” de la ciudad, tomando literalmente una península aprovechando incluso el mito de la isla fantasma, San Borondòn (tal vez para imaginar que ni siquiera los verán).

Como todos los sectores urbanos de clase alta de cualquier ciudad del mundo, tiene un ambiente más ordenado, limpio, y con servicios completos, en definitiva un agradable sitio para vivir, donde los autobuses lucen llenos al ingresar en la mañana cargados de trabajadores que por la tarde son regresados a la ciudad en este caso por el puente de La Unidad Nacional sin embargo en esta ciudad paso algo curioso, que no es el común denominador de otras, y es que en su búsqueda de espacios de recreación de calidad para esta zona, crean El Parque Histórico, que es una mezcla de reserva natural y zoológico, como “parque” y el componente “histórico” lo pone el hecho de haber literalmente trasladado, edificios de valor histórico del centro de la ciudad, (al otro lado del rio) y de la zona del antiguo embarcadero, desarmándolos y viviéndolos a armar en lo que se convierte en su centro histórico propio y privado, básicamente, se privó de las estructuras históricas a la ciudad y se recrean en una nueva zona, en donde se vuelve una Escenografía de centro Histórico.
Es así como el Hospicio del Corazón de Jesús, una estructura de grandes dimensiones cuyo traslado es muestra de mucho esfuerzo político y económico y calidad de mano de obra artesanal pasará a ser un hotel 5 estrellas.









Los edificios del Banco Territorial y casas de ilustres y antiguas familias de la ciudad, serán salas de recepciones y restaurantes de nivel internacional, todo dentro de un “parque” que alguna manera “encierra” este centro histórico para los usuarios que aunque hay libre acceso, no es público, no es ciudad.



 


Pero, ¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo se deja una ciudad ser saqueada de esta forma como el cuento de navidad de Dr. Seuss? Pues la respuesta a esto es irónicamente algo de lo que los arquitectos se quejan continuamente en El Salvador, y son las restricciones de intervenciones en los centros históricos de nuestras ciudades que dicho sea de paso no tienen el valor histórico de otras, pero que merece ser cuidado, para Guayaquil el cuido del centro histórico no es algo que legislar, o por lo menos su normativa es suave y eso produce el saqueo, en El Salvador los centros históricos son cuidados de manera excesiva lo cual tampoco da un resultado positivo a tal punto que muchos son de la idea que lo mejor que le puede pasar al centro es incendiarse (ya un editorial influyente alguna vez lo pidió), intervenir un edificio dentro de estos perímetros (que son ficticios) es engorroso, y económicamente no factible, lo que desincentiva la reactivación del corazón de la ciudad, que debería volver a ser su corazón económico.

La normativa cuida, pero cuidar no significa nada si el edificio no nos parece importante o si el espacio no nos es útil, de esta manera nos puede dar igual que se destruya o lo trasladen.

Usar la el centro, usar sus espacios públicos vincula a la gente con las estructuras y su entorno, decía el Arq. Vargas Baernound   “Edificio que no trabaja, se muere…” esto es aplicable a los espacios públicos también.
Por lo general los centros son los espacios con la mejor infraestructura urbana, que está en desuso, y es ese desuso el que vuelve prescindible un edificio o espacio, cuando una plaza no se “usa” no se le extraña, cuando un edificio no “funciona” no se le recuerda una vez destruido, y ese es el caso de muchos edificios importantes en San Salvador como la de la Iglesia San Esteban, la Antigua Escuela de Artes y Oficios en Santa Ana o el Palacio Municipal de San Vicente, por mencionar algunos.

Usar la ciudad la vuelve vigente, la plaza se usa haciendo algo en ella, el edificio se usa habitándolo, y así la ciudad se vuelve vigente.
El pasado miércoles 2 de Septiembre, me encontraba en el centro de san salvador y y encontré a  la alcaldía celebrando en el Teatro Nacional la creación de la secretaria de cultura municipal, para esa actividad la plaza Morazán  fue ambientada de manera colorida, la circulación vehicular fue reducida, y la gente al caminar miraba con curiosidad, también me detuve y dos jovencitas estaban a mi lado muy interesadas en las luces y el espectáculo previo pero lo que más llamó mi atención fue el comentario de una de ellas diciendo: “ …mirà que bonito! No parece San Salvador… ” a lo que recibió una afirmación muy convencida de respuesta, ese asombro viene justamente de ver “usar” un espacio público de manera diferente, eso vincula más a las personas con ellos y hace cuidarlos, así robárselos será mas difícil…