viernes, 14 de abril de 2017

EL DIVORCIO DE UNA CIUDAD




En una presentación universitaria, hablando sobre ciudad y espacio público toqué el tema de intervención echa hace años a la plaza Las Américas (Salvador del Mundo) en San Salvador,  mi público era variado pero muy conocido para mí, sin embargo esta vez  tenia además a un par de biólogas que sí eran nuevas en oírme hablar, cosa  a la que tal vez debí dar más atención ya que al tomar como ejemplo la diferencia entre dos imágenes de la plaza  intervenida y en su situación previa no pude evitar notar indignación, y casi enojo al ver la el nuevo espacio claramente con menos árboles, su espíritu ambientalista naturalmente es imposible de suprimir, además  supongo que imaginaron que yo criticaría lo que para ellas era una tala desmesurada, más mi intención era demostrar que es un espacio púbico intervenido con un plan claro y que no, Su reacción solo demostró realmente que es lo que los habitantes de esta ciudad consideran como su espacio, y como entienden su uso, y llego a la conclusión de que la mayoría de habitantes de esta ciudad no saben que es un espacio público y esto es fundamental porque al no conocer no lo reclaman ya que no podemos pedir lo que no sabemos que merecemos.
San Salvador no es amigable, no ahora, y esto se ve de manera tal vez hasta graciosa cuando la ciudad cada periodo vacacional posible se ve abandonada, las personas buscan dejarla, desean alejarse de ella, si esto fuera una relación de pareja entonces sería una pareja que va muy mal. Cada periodo vacacional sus carreteras de salida se ven abarrotadas y las personas no observan absolutamente nada malo en eso, les parece normal, un planificador urbano notaria el divorcio claro con sus habitantes, y que el problema es uno solo, la ciudad no brinda a sus usuarios más que la idea de problemas, y no tiene como cualquier pareja en crisis un espacio donde reconciliarse, ese espacio es el espacio púbico, la ciudad no lo tiene de calidad y el ciudadano no los reclama.
Las biólogas  con las que empecé esta nota consideran la Plaza del Salvador del Mundo un espacio idóneo para plantar la mayor cantidad de plantas posibles, no piensan otro uso para el sitio y  relacionan  cualquier área libre de edificaciones como espacio público y no son las únicas, y para muestra la navidad pasada, una empresa privada se hace cargo de “iluminar” la plaza con sus colores comerciales y claro con la posibilidad de vender su producto únicamente en el lugar y el resultado fue abrumador, miles de personas literalmente abarrotaban cada noche por casi un mes la plaza solo para “estar” ahí, esta es en realidad una infraestructura vial, extraña costumbre la nuestra de considerar los redondeles de tránsito parques, y mientras cientos se concentraban cada noche en la plaza cuadras abajo el parque Cuscatlán que si es un espacio para la concentración y reunión permanecía vacío y cerrado. 
Las personas no son injustas con su ciudad, ella es quien no brinda nada de calidad, pero si son las personas culpables de no exigir su espacios, no cuidar ni usar bien los escasos que poseen, y de abandonar cada vez que es posible a su ciudad que consideran  un encierro.
San Salvador no tiene un parque lineal que integre zonas de manera estratégica, carece de corredores verdes y líneas peatonales que hagan “vivible” la experiencia citadina, no es inclusiva ni amigable, durante muchos años le dio todo lo que el vehículo pidió, cada vez que había un problema para su circulación la ciudad se los resolvió y descuidó  a la gente que es a quien se debe y privilegió a las minorías motorizadas, el resultado es un deseo colectivo por abandonar lo que las personas ven como una ciudad que no  muestra interés en ellos ni con quien se pueda relacionar.
Cada vez que la gente  espera con ansias el poder escaparse de una ciudad, esta habrá perdido, y con ella sus planificadores y administradores, si las personas no caminan, si no la consumen com usuarios, la ciudad y  todos pierden, pero   la gente  pierden sin darse cuenta al no usar bien sus espacios, y siguiendo así, , los ciudadanos tendremos cada vez con más intensidad una capital agresiva, hostil y decadente, con personas que la odian, lo cual es el  binomio perfecto para un divorcio en malos términos…