Hace una semana me llaman para acudir a un salón lleno de estudiantes de arquitectura en su último año, para ver la propuesta de diseño con la que participaran en un concurso internacional, mi función era mirar el proyecto con una mirada descontaminada, y libre de cualquier subjetivismo, durante la presentación que no debía de ser complicada por mucho que el problema del concurso lo fuera pasaron cosas interesantes principalmente cuando intervine con mi opinión y resulta que mientras la eficiente alumna encargada de presentar la idea como resultado de un teórico trabajo en conjunto, hablaba, las voces de los demás estudiantes no se escuchaban, y era más o menos lo que imaginaba que sucedería, así como que todo cambiaría al dar mi primera palabra y así fue….
Los estudiantes de arquitectura en nuestro entero proceso de educación formal nos vemos sometidos a la crítica, que es mal entendido como una especie de visto bueno que amablemente el profesor de diseño nos brinda generosamente a nuestro proyecto, esto pasa de manera natural porque justamente ese profesor es quien menos entiende lo que es la crítica arquitectónica.
En El Salvador un crítico formal de algo que no sea política y economía, debe de ser lo más complicado de encontrar, porque es una disciplina en sí misma y que conlleva un enorme bagaje y acervo sobre el tema que se critica, para el caso de la arquitectura, en este país cualquier arquitecto se arropa el derecho de criticar, y como he sostenido antes en este sitio, la deficiencia sobre teoría arquitectónica entre los arquitectos en este país es enorme!
Regresando al salón con los estudiantes, no fue sorpresa notar que sin haber terminado de aclarar mi idea sobre uno de los aspectos más evidentes del diseño empecé a escuchar justo tras mío una serie de murmullos que parecían aprobar lo que yo decía con un evidente animo de: “claro… yo lo dije pero no me hicieron caso….” “… yo lo sabía….” Etc. Lo interesante es que estoy seguro que si me deshago en halagos estos mismos habrían dicho: “… gracias, esa idea quisimos transmitir…”
Los estudiantes llegan al final de su carrera pensando que la crítica es una destrucción del otro, y por eso el tema de este texto, por que muchos suponen que criticar un proyecto de arquitectura es una especie de visita semanal a destruir Tokio de parte de un Godzilla de Ishiro Honda
Muchos visualizan de alguna forma la crítica arquitectónica como un método de desnudar errores, evidenciar las ausencias, pero eso está lejos de que sirva para dañar.
Todo radica en no saber “leer”, quien no ve las relaciones espaciales en un diseño, solo ve formas su crítica será superficial, pero esta capacidad de leer es el resultado de un proceso largo de acumulación de ideas, lectura, practica y gusto por la historia, todo ese cumulo te lleva a ver lo que un diseño trama, y al hacerlo tu opinión del mismo es fuerte, oportuna y propositiva.
Los arquitectos y estudiantes comentemos el error de olvidar la mas importantes de las criticas, la propia. La autocritica es parte del proceso de diseño, es la que nos consulta siempre si nuestro producto resolverá el problema, si será una solución verdadera y coherente, cuando en el proceso no nos cuestionamos eso, terminamos contentos pero a ciegas.
¿Después que un diseñador industrial diseña en papel un destapador de botellas o una silla, que sigue? Pues un prototipo, al existir este ¿Qué es lo primero que el diseñador hace? Lo prueba! El destapador con la mayor cantidad y variedad de botellas y la silla con el acompañante más generoso en libras posible, todo esto con un fin, llevar al diseño a sus capacidades máximas y ver su comportamiento y volverlo a pensar de ser necesario, pero ¿Cómo probamos nuestros diseños arquitectónicos? Con imaginación. Un diseñador debe de probar su diseño en las posiciones hipotéticas más complejas pero posibles, pero eso solo resuelve su funcionalidad, poco hacemos sobre su estética, y el mensaje arquitectónico y como este representa cosas tan etéreas como el momento y significado, esto los estudiantes no lo hacen pero no es su culpa, eso es un arrastre desde el inicio de sus carreras y los llevan fuera de las aulas al salir.
Una critica coherente acerca a la realidad un diseño lo vuelve fuerte y profundo, pero esas capacidades no son fáciles de lograr y mientras los arquitectos al frente de grupos de diseñadores emergentes no aclaren que criticar es en realidad “leer” seguiremos dejando ir estudiantes al mar de diseños con formas y detalles incomprensibles, inclusos para ellos mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario